viernes, 28 de diciembre de 2012

La Cuesta de Enero

Cuando era niña tenía problemas de niña. Como toda niña temía a la oscuridad, a reprobar el examen, a que los Reyes Magos no llegaran. Y como toda niña, pensaba que todos los problemas se resolverían cuando fuera grande.
Y resulta que crecí, y fui grande. Y los problemas también crecieron y se hicieron grandes. Todos los años mi mamá se ponía (se pone) de malas en Navidad. Por alguna razón siempre fue una época rara en la que todo el mundo hablaba emocionado de las fiestas, la familia y todas esas cosas, y yo no podía asociarlas más que con salir en la pastorela del pueblo y pasar dos días (lo que duraba la preparación de la cena de Navidad) merodeando en casa de mi abuela, sin acercarnos a la cocina ni hacer alboroto porque mi madre, mi tía y mi abuela tenían los nervios de punta.
Mi mamá nunca decoraba, eso era obligación de mi hermana mayor, y luego mía. Y lo raro es que le enojaba tener que poner todo navideño (aunque no lo pusiera ella), pero también le enojaba que no se pusiera. Nunca entendí por qué a ella le molestaban tanto esas fechas, pero aprendí que no eran buenas. 
Hace algunos años, por diversas causas, mi familia empezó a separarse en Navidad y cada quién lo pasaba como mejor podía. Y aunque todos pensaron que era triste, empecé a aprender otro sentido para esas fechas.
Hoy agradezco a mis amigos, mi familia elegida, por haberme hecho un espacio en su mesa y en sus corazones, y haberme enseñado que mi familia no se limita a las personas con las que me unen lazos consanguíneos, sino lazos forjados arduamente con paciencia y cariño. 
Esta fue una Navidad fuera de serie. Empezó con la mudanza a Guadalajara, aunque yo tuve que esperar dos semanas más y apenas mañana me reuno allá con mi novia de manera definitiva. Luego siguió con la boda más hermosa que haya presenciado: la de mi mejor amiga. Fue una ceremonia pequeñísima pero llenísima de amor. Me llenó de dicha presenciar tantísimo amor y felicidad. 
Mañana viajo a Guadalajara. Mi madre no está de acuerdo. Dijo que no sé lo que quiero y vaticinó un futuro desgraciado y miserable. Mi hermana dijo que era muy buena idea, que me iría mejor y que si podía visitarme. Mis amigos están apartando fechas para ir a vernos. Mi familia está llena de contrastes. Mi novia y yo nos iremos de vacaciones a la playa la próxima semana. Mi cuesta de Enero, a su lado, ya no cuesta.

Abrazos dulces.

martes, 11 de diciembre de 2012

A mi madre

Ha llegado el momento que temía. Y como aún no sé cómo afrontarlo lo escribo. No sé si se lo entregue o no sé si se lo diga, pero en cualquier caso, esto es lo que deseo que ella sepa.

Mamá:
Te escribo para contarte algo importante. Una decisión. Un gran cambio en mi vida. Te escribo porque decirlo no me es nada fácil. Porque siempre me ha costado mucho hablarte de mí. Porque por diversas circunstancias aprendí que era peligroso decirte algo con lo que no estuvieras de acuerdo. 
Hoy estoy tratando de reaprender las cosas. Trato de entender las circunstancias por las que has pasado y que para bien o para mal te han hecho ser como eres. Entiendo que tu vida no ha sido siempre fácil y que tampoco a tí te enseñó nadie a hablar de tí.
Me hubiera gustado que la relación entre nosotras hubiese sido distinta. Me habría encantado llorar y reír contigo, compartir mis sentimientos y pensamientos mucho más de lo que lo hice, pero tuve miedo. Y entiendo también que mi miedo nos alejó mucho, nos hizo daño a las dos y tristemente evitó que construyéramos una relación mejor. Nunca supe cómo vencerlo. Nunca supe cómo evitar pensar en tus reacciones explosivas o tu indiferencia cuando te decía algo con lo que no estabas de acuerdo. Hoy veo que muchos de mis actos de rebeldía, sensatos o no, eran intentos por vencer el miedo de decirte que no pensaba como tú. Muchos de ellos me hicieron daño, pero de cada uno aprendí algo valioso, y hoy ya no me arrepiento de ellos.
A veces no te dije muchas cosas, como al cambiarme de carrera. Pero quiero decirte que no lo hice porque no me importaras, sino todo lo contrario: me importabas tanto y tenía tanto miedo de tu reacción negativa que me paralicé. No supe cómo decírtelo, no supe cómo afrontarlo y preferí que simplemente te dieras cuenta.
Y es que hoy me doy cuenta que lo que en realidad temía y sigo temiendo no era tu enojo o tu regaño, ni siquiera el castigo. Lo que realmente temía era tu rechazo y tu decepción.
Lo más doloroso para mí no es que no te guste mi "manera de llevar mi vida", como tú le dices. Como te dije, yo no espero que te agrade. Ni siquiera que lo entiendas. Lo que me dolió fue tu decepción y tu rechazo. Saber que ya no era para tí la misma hija que tanto amabas a pesar de sus errores, sus locuras y sus inventos atravancados. Como te dije, el dolor más grande de mi vida fue oirte decir "prefiero morirme".
Y hoy que tengo que decirte algo importante, algo con lo que sé que tal vez no estarás de acuerdo, no puedo evitar recordar ese momento, recordar tu expresión decepcionada, tu desprecio, tu llanto desesperado rogándole a Dios morirte. Y otra vez mis manos tiemblan, la voz me falla, el pulso se me acelera. Me falta el aire, tengo el estómago hecho un nudo y no sé ni siquiera por dónde empezar.
En este momento, la vida me ofrece otra vez un cambio. Y aunque sé que será difícil, estoy contenta y segura de la decisión que quiero tomar. Conozco y acepto todo lo que esto implica.
Tengo en mi vida a una persona que me quiere, me complementa, me ayuda a crecer y ser mejor. Estoy aprendiendo a construir una relación en la que las dos partes se apoyan de manera incondicional, en las buenas y en las malas. No ha sido nada fácil, pero estoy muy contenta con lo que hasta ahora he logrado. Y hoy ha tocado que las circunstancias le favorezcan a ella: se ha ganado un ascenso en su trabajo, y el nuevo reto implica cambiar de ciudad. Y yo, por mi parte, he decidido ir con ella. De modo que empezando el año nos iremos a vivir a Guadalajara, y yo buscaré allá otro empleo.
Sé que es repentino y que tal vez pienses que no es lo mejor para mí. También sé que será difícil, pero quiero pedirte que aunque no estés de acuerdo conmigo confíes un poco en mí.
Confía en que soy una mujer inteligente, que se hace responsable de todas sus acciones, que sabe solucionar los problemas que se le presentan y que siempre será fiel a sí misma y a los valores que aprendió de tí.
Sé que todas las decisiones implican una elección y a veces una pérdida y como te dije acepto responsablemente cualquier consecuencia, pero no me gustaría que la pérdida fueras tú.
Durante las últimas semanas hemos hablado. Hemos estado mucho más cerca que nunca y parte de mi miedo para decirte todo esto es que me dolería muchísimo perder eso.
Eres mi madre, te amo, y tu opinión siempre será la más importante de todas. Pero también por ese mismo amor que yo sé que me tienes te pido que respetes mi decisión.
Te repito que no espero que lo aceptes, que te guste o que lo entiendas. Sólo espero, como te dije antes, que a pesar de todo sigas siendo mi mamá. Yo siempre seré tu pequeña.
Con todo mi amor, y todo mi miedo, tu hija que te adora, 
Chocolate.

jueves, 6 de diciembre de 2012

Milk

En días pasados me llamó la atención una noticia referente a una profesora de un colegio privado que acababan de despedir por mostrar a sus alumnos de secundaria la película MILK. He aquí la nota:

http://www.animalpolitico.com/2012/12/conapred-interviene-en-caso-de-maestra-despedida-por-proyectar-pelicula/#axzz2EHnrAyYF

Es sumamente interesante leer el correo de la directora del plantel en el que describe la película como una "porquería". Yo me pregunto si ella habrá visto ya la película. También me sigo preguntando cómo es que la exhibición de la misma representa una falta de respeto a su persona, pero no logro responderme. Tampoco entiendo cómo está tan ofendida una institución cuyo lema reza "eres con lo que creces". ¿Es entonces justificable e incluso deseable crecer con intolerancia y sin apertura al diálogo? 

Personalmente creo que la película tiene que ver mucho más con la política que con la sexualidad. La importancia de Milk como activista radica en defender los derechos de una minoría y destacar las capacidades de la misma como personas, más allá de una preferencia sexual. ¿O será que yo no la entendí? 

Con respecto a los padres de familia, creo que efectivamente tienen derecho de decidir qué es lo que ven sus hijos, pero también creo que aceptas la ideología y métodos de una institución con el hecho de inscribir a tus hijos en ella. La educación es una responsabilidad compartida entre la familia y la escuela, y considero que sería mucho más benéfico para los alumnos que los padres participaran activamente en discutir el argumento de la película que escuchar prohibiciones y condenas. Y es que más allá de la legalidad o ilegalidad en que se incurra al despedir a la maestra por estos motivos, la única imagen que se enseña a los alumnos a través de este acto es que podemos rechazar e incluso prohibir las cosas que no nos gustan sin siquiera conocerlas, y eso no demuestra la tolerancia y el respeto a la diversidad que la escuela dice promover.

Abrazos dulces.

martes, 20 de noviembre de 2012

Lo encontramos, nos estresamos y nos ilusionamos.


En las últimas semanas han pasado más cosas juntas que en los últimos meses. Desde que mi novia me dio (o le dieron) la noticia de que nos mudábamos, siento como si un huracán me hubiera pasado encima sin avisarme o siquiera darme cuenta. 
En principio les diré que encontramos casa. Es un departamento en un segundo piso, en un edificio pequeño de sólo tres departamentos, uno por piso. De modo que no tenemos vecinos ni a los lados, ni arriba. La ubicación es excelente y la zona es tranquila, lo que era muy importante para nosotras. Tiene 3 recámaras y una cocina integral muy bonita con mucho espacio para guardar. En fin, es un lugar muy mono con todo lo que queríamos para empezar. Hubiéramos querido una casa, pero con nuestro presupuesto no podíamos conseguir una en una buena ubicación, y las que se ajustaban están en zonas en las que no queremos vivir, así que por ahora será un departamento.
La mudanza será el 30 de noviembre, y tengo mil cosas qué empacar y poco tiempo para hacerlo. Me siento como si me hubieran arrojado sin avisarme al tren en movimiento, y yo no puedo pararlo ni bajarme hasta que llegue a su destino.
Aunque creo que lo más difícil de todo es que a pesar de ser un cambio para ambas hemos tenido que hacerlo por separado. Hemos tenido las dos tanto trabajo y mi novia ha tenido que viajar tanto que no ha habido tiempo de sentarnos a discutir los pormenores del cambio. Es como aquella película de Pedro Infante donde había un personaje que tenía que trabajar tanto que llegaba corriendo a decir "ya llegué, vieja" sólo para cambiarse y salir corriendo otra vez diciendo "ya me voy, vieja." 
Así que bueno, me quedan apenas unos días para prepararlo todo para la mudanza, mi cuerpo se resiste, el estrés está al máximo y yo soy un manojo de nervios y lloro cada vez que tengo que volver a despedir a mi mujer. 
Pero no me malinterpreten, el cambio es bueno. Estoy segura que después de la tormenta viene la calma y nuestra situación será mejor. Estoy segura que una vez instaladas y trabajando las cosas mejorarán muchísimo, y sé que habrá mejores oportunidades. Es sólo que soy humana y toda esta inestabilidad me afecta. 
Y bueno, pues seguimos adelante con todo el estrés pero también con toda la emoción del mundo, con las cajas y las maletas llenas de ilusiones, y con el corazón lleno de amor.

Abrazos dulces.

lunes, 5 de noviembre de 2012

Buscando Casa


Pues esta aventura sigue en pie. El viernes pasado trabajé medio día y a las dos de la tarde salí corriendo (bueno, manejando) a Guadalajara para encontrar a mi novia. Fuimos por la noche a ver un departamento que sonaba mucho mejor de lo que se veía, así que lo descartamos. Cenamos, platicamos y nos emocionamos por la búsqueda del día siguiente.

Al día siguiente emprendimos camino para ver una casa cuyo anuncio, con fotos y todo, nos había encantado. Ahí vamos las dos muy emocionadas en el coche, siguiendo las señas que nos dieron, y el camino empieza a dejar de verse pintoresco para verse un tanto decaído. Para no hacerlo largo, dimos como veinte vueltas por calles enredadas y llenas de baches, para al fin dar con una callecita privada donde estaba la mentada casa. Muy linda, nueva, amplia, con buenos acabados, ¡pero ubicada hasta la quinta! Sólo de pensar en pasar todo ese camino de ida y vuelta por la noche siento que me da algo. Como dice mi novia, muy linda muy linda pero eso de la ubicación fue un big turn off.

En fin, que seguimos vuelta y vuelta recorriendo en el coche varias zonas de la ciudad en busca de avisos de "se renta". Recolectamos infinidad de números de teléfono y nos dimos a la tarea de llamar. Que uno no contestan, que el otro da el contestador, que muchos son mucho más caros de lo que podemos pagar. Buscamos el periódico, vimos anuncios clasificados, paramos en todos los lugares que pudimos. Llamamos a todos. Por la tarde fuimos a ver una casa. Una zona hermosa, tranquila, muy arbolada, en una linda zona residencial. Llegamos. Entramos. Un fracaso. La casa no tiene piso, el refrigerador no cabe dentro de la cocina (¿quién demonios pensó que eso era una buena idea?) las recámaras son diminutas y los muebles no cabrían, y eso si es que consiguiéramos hacerlos subir por la escalera de caracol. Y bueno, otra decepción y descartada.

Sobra decir que cansadas, frustradas y preocupadas, porque aún no habíamos encontrado nada. Mi novia guardó los teléfonos que no contestaron, para llamar hoy. El domingo vimos el diario en casa de su abuela y llamamos para ver un departamento que sonaba muy bien: tres recámaras, dos baños completos, dos lugares de estacionamiento, cocina, sala-comedor, cuarto de lavado. La realidad no nos encantó, pero es lo mejor que hemos visto. Nos recibió una señora mayor muy cómica, que no paraba de hablar y contarnos los detalles del inquilino anterior. Que si tenía muchos gatos, que si hacía fiestas, que si venía de San Luis, que si lo enviaron de trabajo. Y en un momento de distracción nuestra (o sería que ya nos tenía mareadas el relato) nos dice muy fresca: "¿ustedes son pareja?" Mi novia y yo nos miramos con cara de sorpresa, sin poder creer tanta apertura de la vieja, cuando nos dice: "sí, son pareja de trabajo". Jaja bueno, era mucho pedir. Finalmente también el anuncio era muy bueno para ser verdad, porque el lugar tiene muchos detalles, no tiene estufa y el baño no es muy limpio. Así que a seguir buscando.

Mi novia se quedó, yo regresé anoche. Aún no tenemos nada y esto de buscar vivienda se ha vuelto una pesadilla. Hoy ha ido a ver otro departamento y ha vuelto otra vez decepcionada. Más tarde va por otro más, que espero no resulte otra pesadilla. 

Si alguien sabe dónde encontrar vivienda en Guadalajara para dos chicas muy responsables, en menos de cinco mil pesos, deposite sus informes aquí.

martes, 30 de octubre de 2012

Preparativos

Y todo sigue en marcha. Desde que supimos la noticia del cambio de ciudad he visto a mi novia como cuatro veces, sólo los fines de semana. El resto de la semana la pasa en "giras" por las ciudades que cubre su puesto y revisando presupuestos y negociando contratos para el próximo año. 

Yo por mi parte, con mucho trabajo. Tuvimos un evento grande, un viaje de una semana para capacitación, y los preparativos para estos meses, que son bastante cargados. 
Dentro de todo eso lo más desesperante es que todo hay que arreglarlo por teléfono, porque no hemos tenido tiempo para sentarnos a hablar de cómo haremos el cambio y organizarnos. Por lo pronto sabemos que lo mejor será que me quede en mi puesto hasta terminar diciembre, porque de cualquier manera es un mes malo para ponerse a buscar trabajo y un mes más de mi sueldo nos serviría bastante.
El padre de mi novia ha accedido a prestarle el dinero que hace falta para que liquide su coche, por lo que ya sólo tendremos que pagar el mío, y eso es un desahogo con los gastos, sobre todo porque por un tiempo tendrá que cubrirlos todos ella, mientras puedo colocarme de nuevo.

Lo más urgente por ahora es buscar un lugar para vivir. Entre mi trabajo y las giras de mi novia no hemos tenido tiempo de hacerlo, pero el tiempo se viene encima y más vale irlo buscando. Este viernes trabajo medio día porque es Día de Muertos (para los que no saben lo que es, prometo un post), y pienso pedir el sábado para alcanzarla allá el fin de semana y dedicarnos a buscar. Ya les platicaré qué encontramos.

Pero en realidad, lo que me tiene más nerviosa es el momento de decirle a mis padres que me voy. O por qué me voy. O con quién. O todo junto.

Cuando mi mamá se enteró de mi relación con otra mujer, (y entendamos se enteró como que se lo dije, porque saberlo lo sabía) la reacción fue poco menos que catastrófica. Yo tenía terror de confrontarlo, porque conozco a mi madre. Yo sabía que ella no iba a reaccionar bien, no esperaba que lo entendiera, ni que le gustara, ni que lo aceptara, pero eso no evita lo lastimada que me sentí y que todavía me siento con su respuesta. Nunca se me va a olvidar que lo único que dijo y siguió repitiendo la semana que duró sin salir de la cama más que para insultarme fue: "prefiero morirme".
Hasta antes de eso mi madre era alguien dura y muy poco expresiva, que aprendió de su propia madre que había que hacer sentir a los demás culpables para que no se fueran, para que la quisieran a una. Pero yo la quise igual. Yo crecí con la omnipotencia de las palabras de mi madre, yo valoré su opinión como única verdad siempre. Y el día que su opinión fue que yo era tan poca cosa para ella que prefería morirse, mi mundo se derrumbó. Me costó y me cuesta mucho cada día el darme cuenta de que para ella ya no formo parte de su familia. Y es raro, porque una parte de ella se siente mal por eso, pero no puede o no quiere cambiarlo. No me llama nunca, más que para reclamarme porque no la he llamado, pero no es el tono amoroso o siquiera lastimero con que lo hacen muchas madres. Ni siquiera es un chantaje. Sólo es el comentario hiriente para recordarme que yo la abandoné, que yo la "cambié" por otra, que yo no me preocupo por ella por culpa de "esa". 
Y yo me muero de tristeza. Me duele sentir que no le interesa mi vida, que no quiere saber nada, que cuando estoy con ella tengo que cuidar lo que digo: compré en vez de compramos, hice en vez de hicimos, para no provocarle un disgusto que haga que quiera morirse otra vez. Y quizás lo que más me duele es que es la primera vez que me siento tan contenta con mi vida, y no puedo contárselo a ella.

En fin, a seguir con los preparativos, a esperar lo mejor de cada cosa, a soñar como siempre que un día cambiará la cosa. A amarrar los nervios que se me hacen nudo de pensar en contarle lo del cambio a ella. Tengo miedo. El rechazo viene otra vez.

Besos amargos.

martes, 9 de octubre de 2012

Baby Steps


Y bueno, pues hay que empezar todo de nuevo. No me hace gracia, pero me emociona.  Quisiera cerrar los ojos, abrirlos y aparecer en la nueva casa con todo mudado y acomodado, y con un trabajo al que asistir.

Pero no, la cosa no es así de fácil. Que si no, cualquiera la haría. Y aunque sé que tiene que ser posible y que no voy a ser la primera ni la última que se muda a otra ciudad, pues todavía tengo muchas preguntas y pocas respuestas. Y es que tampoco me culpen, yo nací en un pueblito y de repente nos mudamos a lo que a mí me parecía una ciudad enorme. En 20 años de vivir aquí León se convirtió en otro pueblo, donde ya no se encuentra nada qué hacer y cada vez que sales a la calle encuentras a alguien conocido. 

Pero bueno, a pesar de que no vivo en un pueblito no se puede negar que Guadalajara es otra cosa. Así que si esa vez sentí que era una ciudad enorme, ahora siento que me mudo poco menos que a la gran metrópoli, jajaja.

Por lo pronto mi novia se ha ido toda la semana, viene el jueves a varias reuniones de trabajo pero se regresa el mismo día, viene con sus nuevos jefes y no nos podremos ver. Va a estar yendo y viniendo un tiempo, pasando allá al menos dos días de cada semana, mientras encuentra un departamento o casa allá para vivir. 

Y aquí vienen las preguntas para mí. Porque sigo sin saber cómo manejar este cambio con respecto a mi trabajo. A mi novia le apoyan durante un mes, a partir de que realicen su ajuste de sueldo, mientras encuentra dónde vivir y puede establecerse. Pero después de ese mes tiene que mudarse. También le dan gastos de mudanza. No quiero irme sin un trabajo pero si ella tiene que mudarse yo no puedo quedarme. No tengo dónde quedarme aquí y no podemos costear doble mudanza. Por otro lado pienso que es más práctico buscar trabajo estando allá, pero me aterra volver al desempleo y a la angustia de no encontrar trabajo tan pronto como quisiera. Aunque tampoco sé si sea muy fácil obtener trabajo desde aquí y sin poder acudir a entrevistas, porque obviamente mi jefe no puede enterarse aún que me voy. 

No lo sé, igual y si alcanza el nuevo sueldo de ella para todos los gastos podría renunciar, mudarme y empezar allá la búsqueda. Y podría darle a mi jefe suficiente tiempo para buscar un reemplazo y entrenarlo. Y tendría entonces disponibilidad inmediata.

Realmente no sé qué hacer. Por lo pronto actualizo mi Currículum, reviso vacantes y bolsas de trabajo por internet. Espero que eso vaya aclarando las cosas.

¿Qué harían ustedes? Espero los comentarios de mis dos lectoras. (Si me lees y no has comentado este es el momento! Por favor!)

Siento que empiezo, siento que todo es nuevo. Siento que doy pasitos de bebé.

viernes, 5 de octubre de 2012

Vamos a volar

Estoy que no puedo de los nervios. Mis manos se han puesto heladas, el corazón me late con fuerza, no me puedo concentrar.
Estoy emocionada y contenta, sorprendida, preocupada, temerosa.
Mi novia trabaja en una empresa bastante grande. Tiene un puesto estratégico y ha sabido volverse necesaria. Hace unos días empezó a hablarse de cambios. Hoy al fin le han dado la noticia: la ascienden. Le van a dar más territorio y por ende más trabajo, pero por ende también más sueldo.
Y he aquí el asunto más importante: hay que cambiar de ciudad.
La verdad sea dicha, no he terminado de procesarlo todo. Me siento muy emocionada y muy contenta. Ansiosa y soñadora como soy ya me imaginé viviendo allá y haciendo esto, aquello, lo otro y lo de más allá. El cambio es bueno. El cambio es progreso, superación, renovación, desapego. Yo siempre he aceptado bien los cambios (al menos eso creo) y la mayoría de las veces hasta los he buscado: de trabajo, de casa, ¡hasta de país! Pero esque el cambio de a dos es otra cosa. Y entonces, después de toda la emoción, viene el miedo.
Yo iría detrás de ella hasta la luna, de eso no tengo duda. No me preocupa el cambio de ciudad, ni dejar a mi familia (finalmente no somos cercanos desde que salí del closet) o a mis amigos. La ciudad en la que vivo, medio escuálida, mal hecha y muy mocha no me conmueve ni un poco. ¿Por qué siento entonces ese nudo en el estómago, ese sudor frío en las manos y esa vorágine de preocupaciones que no me dejan pensar? Por mi trabajo.
Trabajo como Gerente de Marketing en una agencia automotriz. Mi trabajo no es ni malo, ni bueno. Mi puesto tiene de gerencia sólo el nombre, porque no se me concede ni presupuesto ni autoridad. Mis actividades son agradables en teoría, aunque no puedan llegar a la práctica por las negativas de presupuesto. Está bastante lejos de casa y el horario no es el mejor. Mi sueldo no está acorde a mis responsabilidades, aunque no sea malo. No existe ninguna oportunidad de crecimiento. Voy a cumplir un año en noviembre y de cualquier modo estaba pensando en buscar otro trabajo. Pero el asunto es que no sé cómo buscarlo en otra ciudad. No puedo dejar mi trabajo actual sin tener otro, porque hay deudas qué pagar. ¿Qué hace una para ser considerada sobre un candidato que ya vive en la ciudad destino? ¿Cómo se explica que se quiere una ir, pero no puede ir a una entrevista allá? ¿Cuánto más se debe pedir? Dudas logísticas que no sé cómo resolver.
Y además, muy a mi pesar, algo que tengo que reconocer: soy una persona insegura, y el logro de mi novia me amedrenta y me hace pensar que yo no soy tan buena. Miro las ofertas de empleo en la nueva ciudad y pienso que no podría hacer ese trabajo, a pesar de que sé que tengo la habilidad o la experiencia. Y pienso de repente que nunca seré tan buena como ella.

Pero como sé que probablemente me lea y no quiero una confusión innecesaria, va una nota para ella:

Amor, me siento feliz y emocionada de lo que has logrado. Te admiro y me encanta verte conseguir lo que mereces, lo que con todo tu esfuerzo te has ganado. Estoy segura que podrás con esto como has podido siempre ante cualquier reto y cualquier adversidad. Y te repito que si es necesario me mudo contigo a Liechtenstein. Te amo y amo verte crecer y sentirte plena y profesional. Sé que el cambio será difícil, sé que habrá mucho trabajo, poco tiempo y mucho por resolver. Estoy contigo. Lo resolveremos juntas. Acepto con gusto el reto aunque tenga miedo, aunque cueste mucho esfuerzo, aunque no sepa cómo resolverlo. Prometo esforzarme por ser paciente, prometo ser lo más comprensiva posible, prometo ser un apoyo en todo momento. Quiero ver este cambio como un logro conjunto, simplemente porque me has elegido para ser parte de tu vida. Así que, con todo y el miedo que me da, prometo hacer un esfuerzo para demostrarte que puedo ser la que admiras, la que crees, la que ves. Te amo.

domingo, 30 de septiembre de 2012

Del Baúl de los Recuerdos

La semana pasada fui a ver a mi mamá. Fui en realidad a recoger la correspondencia que el banco no ha entendido que debe dejar de enviar allá, porque en realidad la relación con mi mamá se ha vuelto tan extraña que me es muy difícil encontrar una buena razón para ir a buscarla, pero eso ya se los contaré después.

El caso es que fui, y entre los comentarios por el clima y el trabajo me contó que fue al pueblo (somos de un pueblo muy pequeño del que nos mudamos cuando yo tenía unos 8 años) y visitó a unos amigos de la familia, que le dijeron que su hija A se va a casar. Me pareció lo más lógico en una familia tan tradicional, y hasta me dio gusto. Y de repente recordé una historia que por alguna razón se fue al fondo de mi mente hace más de 20 años. 

Resulta que A es la segunda de 3 hermanas. Su familia vivía en la casa de al lado y su hermana mayor Y era una niña de mi edad. Íbamos a la misma escuela (de monjas, por cierto, y de puras niñas) aunque no al mismo salón, pero pasábamos las tardes jugando juntas. Y era una niña muy tímida pero le encantaba jugar conmigo, y yo me sentía importante de que ella y su hermana me buscaran. Mi mamá trabajaba todo el tiempo y la mayor parte del día se encerraba en su oficina mientras nosotras nos entreteníamos en el cuarto de juegos que estaba en el tercer piso. A Y le encantaba venir a mi casa, yo disponía de todo ese espacio para jugar a mi antojo y muchos juguetes heredados de mis hermanas. Incontables fueron las noches que pasé en su casa, o ella en la mía.

Un día llegó a contarme que había visto una película muy divertida que le compró su papá y me la contó. No recuerdo cuál era, pero recuerdo que era mexicana y medio sentimental, una historia de niños o algo así. Le pedí que me invitara a verla, pero me dijo que su papá ya no las dejaba verla porque al principio se veían cortos de otras películas que los niños no debíamos ver. Bastó con decir eso para dejarme pensando y nos pusimos a idear maneras para verla a escondidas.Creo que tenía yo más curiosidad por las mentadas escenas que por la dichosa película.

El caso es que logramos sustraer el video (VHS, todavía) y lo llevamos a mi casa. Lo pusimos. Había imágenes de una pareja desnuda, y recuerdo que me impresionó muchísimo cuando el muchacho se acostó encima de la chica. No recuerdo más, ni siquiera puedo recordar qué película era, solo recuerdo que estaba muy impresionada. Esa noche Y se quedó a dormir conmigo. 

- ¿Viste lo que hicieron los muchachos de la película?
- Sí. Le dije.
- ¿Por qué lo harán?
- Yo creo que les gusta. A lo mejor se siente rico. 
- ¿Quieres ver qué se siente?

Yo no podía creer lo que me decía, pero tampoco lo pensé mucho. Era extraño, pero también era natural. Sentía que estaba haciendo algo muy malo, pero solo porque su papá lo decía. Nos quitamos la piyama. Empezamos a besarnos y en cierto momento la tenía encima. No puedo decir que me excitara, porque ni siquiera sabía lo que era, pero recuerdo que su piel suave se sentía bien.

Pasó varias veces, nunca lo hablábamos, nunca dijimos nada. Poco después me mudé de la ciudad. No la ví en años, luego volví a verla un par de veces, luego me invitó a su boda. No volví a pensar en esas sensaciones hasta ahora, que mi madre me hizo pensar en ellas. Nunca se lo conté a nadie, pero ni siquiera es que lo ocultara. Simplemente creo que me di cuenta de alguna manera que estaba haciendo algo malo, algo prohibido, algo que si decía todos se iban a enfadar. Y así es como se fue hasta el fondo de mi memoria, al baúl de los recuerdos, hasta ahora. Hasta ahora que sé quién soy, hasta ahora que puedo mirar al espejo y éste me devuelve una mirada más plena y femenina. Hasta ahora he recordado el inicio.

Abrazos achocolatados.

jueves, 27 de septiembre de 2012

Ritual

Suena el despertador. Doy vuelta, lo apago por 10 minutos, me acomodo. Te siento entre sueños, respiras, te aferras a esos últimos hilos de sueño. Suena de nuevo, lo apago de nuevo, te levantas. Caminas despacio hacia el baño, te desnudas, dejas correr el agua. Yo doy la vuelta en la cama y hundo la cabeza en la almohada para buscar tu olor. Te extraño.
Sales del baño, hermosa, etérea, con el cuerpo fresco y la piel oliendo a hierbas. Me miras, no me miras, te sientas. 


Y entonces llega. Ese ritual de cada mañana sin el cual mi día no funciona igual. Te espero medio dormida, medio despierta, me abrazas despacio, me hablas despacio, me besas.

Y entonces tu ritual de amor me devuelve a la vida. 

Presentación

Soy yo. La misma. Con otro nombre, la misma cabeza, el mismo cuerpo. Con mis 30 años y mis muchos sueños. Con todas mis sonrisas y todos mis esqueletos en el clóset. Con todas mis ideas, mis locuras, mis sueños y mis recuerdos. Con todo mi pasado formando mi presente. Con todo mi futuro por formar.
Me gusta el agua, fluyo como el río que no sabe estarse quieto jamás. Me gusta leer un buen libro, tomar una copa de vino, meter los pies en la arena mojada. Me gusta el mar.
Y me gusta ella. Me gusta su visión del mundo y la curva de su cadera. Me gusta su pasión por la vida, su risa fácil y el brillo de sus ojos cuando me despierta. Me gusta verla, me gusta hablarle, me gusta su mano entre mis piernas.