domingo, 30 de septiembre de 2012

Del Baúl de los Recuerdos

La semana pasada fui a ver a mi mamá. Fui en realidad a recoger la correspondencia que el banco no ha entendido que debe dejar de enviar allá, porque en realidad la relación con mi mamá se ha vuelto tan extraña que me es muy difícil encontrar una buena razón para ir a buscarla, pero eso ya se los contaré después.

El caso es que fui, y entre los comentarios por el clima y el trabajo me contó que fue al pueblo (somos de un pueblo muy pequeño del que nos mudamos cuando yo tenía unos 8 años) y visitó a unos amigos de la familia, que le dijeron que su hija A se va a casar. Me pareció lo más lógico en una familia tan tradicional, y hasta me dio gusto. Y de repente recordé una historia que por alguna razón se fue al fondo de mi mente hace más de 20 años. 

Resulta que A es la segunda de 3 hermanas. Su familia vivía en la casa de al lado y su hermana mayor Y era una niña de mi edad. Íbamos a la misma escuela (de monjas, por cierto, y de puras niñas) aunque no al mismo salón, pero pasábamos las tardes jugando juntas. Y era una niña muy tímida pero le encantaba jugar conmigo, y yo me sentía importante de que ella y su hermana me buscaran. Mi mamá trabajaba todo el tiempo y la mayor parte del día se encerraba en su oficina mientras nosotras nos entreteníamos en el cuarto de juegos que estaba en el tercer piso. A Y le encantaba venir a mi casa, yo disponía de todo ese espacio para jugar a mi antojo y muchos juguetes heredados de mis hermanas. Incontables fueron las noches que pasé en su casa, o ella en la mía.

Un día llegó a contarme que había visto una película muy divertida que le compró su papá y me la contó. No recuerdo cuál era, pero recuerdo que era mexicana y medio sentimental, una historia de niños o algo así. Le pedí que me invitara a verla, pero me dijo que su papá ya no las dejaba verla porque al principio se veían cortos de otras películas que los niños no debíamos ver. Bastó con decir eso para dejarme pensando y nos pusimos a idear maneras para verla a escondidas.Creo que tenía yo más curiosidad por las mentadas escenas que por la dichosa película.

El caso es que logramos sustraer el video (VHS, todavía) y lo llevamos a mi casa. Lo pusimos. Había imágenes de una pareja desnuda, y recuerdo que me impresionó muchísimo cuando el muchacho se acostó encima de la chica. No recuerdo más, ni siquiera puedo recordar qué película era, solo recuerdo que estaba muy impresionada. Esa noche Y se quedó a dormir conmigo. 

- ¿Viste lo que hicieron los muchachos de la película?
- Sí. Le dije.
- ¿Por qué lo harán?
- Yo creo que les gusta. A lo mejor se siente rico. 
- ¿Quieres ver qué se siente?

Yo no podía creer lo que me decía, pero tampoco lo pensé mucho. Era extraño, pero también era natural. Sentía que estaba haciendo algo muy malo, pero solo porque su papá lo decía. Nos quitamos la piyama. Empezamos a besarnos y en cierto momento la tenía encima. No puedo decir que me excitara, porque ni siquiera sabía lo que era, pero recuerdo que su piel suave se sentía bien.

Pasó varias veces, nunca lo hablábamos, nunca dijimos nada. Poco después me mudé de la ciudad. No la ví en años, luego volví a verla un par de veces, luego me invitó a su boda. No volví a pensar en esas sensaciones hasta ahora, que mi madre me hizo pensar en ellas. Nunca se lo conté a nadie, pero ni siquiera es que lo ocultara. Simplemente creo que me di cuenta de alguna manera que estaba haciendo algo malo, algo prohibido, algo que si decía todos se iban a enfadar. Y así es como se fue hasta el fondo de mi memoria, al baúl de los recuerdos, hasta ahora. Hasta ahora que sé quién soy, hasta ahora que puedo mirar al espejo y éste me devuelve una mirada más plena y femenina. Hasta ahora he recordado el inicio.

Abrazos achocolatados.

jueves, 27 de septiembre de 2012

Ritual

Suena el despertador. Doy vuelta, lo apago por 10 minutos, me acomodo. Te siento entre sueños, respiras, te aferras a esos últimos hilos de sueño. Suena de nuevo, lo apago de nuevo, te levantas. Caminas despacio hacia el baño, te desnudas, dejas correr el agua. Yo doy la vuelta en la cama y hundo la cabeza en la almohada para buscar tu olor. Te extraño.
Sales del baño, hermosa, etérea, con el cuerpo fresco y la piel oliendo a hierbas. Me miras, no me miras, te sientas. 


Y entonces llega. Ese ritual de cada mañana sin el cual mi día no funciona igual. Te espero medio dormida, medio despierta, me abrazas despacio, me hablas despacio, me besas.

Y entonces tu ritual de amor me devuelve a la vida. 

Presentación

Soy yo. La misma. Con otro nombre, la misma cabeza, el mismo cuerpo. Con mis 30 años y mis muchos sueños. Con todas mis sonrisas y todos mis esqueletos en el clóset. Con todas mis ideas, mis locuras, mis sueños y mis recuerdos. Con todo mi pasado formando mi presente. Con todo mi futuro por formar.
Me gusta el agua, fluyo como el río que no sabe estarse quieto jamás. Me gusta leer un buen libro, tomar una copa de vino, meter los pies en la arena mojada. Me gusta el mar.
Y me gusta ella. Me gusta su visión del mundo y la curva de su cadera. Me gusta su pasión por la vida, su risa fácil y el brillo de sus ojos cuando me despierta. Me gusta verla, me gusta hablarle, me gusta su mano entre mis piernas.