miércoles, 8 de mayo de 2013

Ausencia Médica

He estado ausente por varios meses, pero no ha sido por olvido. Parece que la ciudad nos dio la bienvenida de una manera impactante, porque literalmente un auto se impactó sobre el frente y el costado del auto de mi novia. 
Fue un susto bastante grande. Me asusté mucho cuando me llamó y otro tanto cuando vi el auto chocado y los pedazos de carrocería por el suelo. Ella se veía bien, recibimos al ajustador de seguros y lidiamos con el agente de tránsito que quería llevarse el auto al corralón. Finalmente le entregaron un pase para el taller y otro para el médico, se llevaron el auto en una grúa y nos fuimos a la clínica. Cuando llegamos ella no podía bajar del auto, toda la espalda le dolía. Sus brazos y piernas se habían adormecido, no podía girar el cuello, tenía dolor de cabeza y estaba pálida y mareada. Me asustó mucho más. No hubo fracturas o heridas, pero salimos de ahí con una esguince cervical, una lumbar, un collarín, mucho dolor y muuuuchas medicinas.
En fin, que ha sido bastante pesado. Hubo que dar 500 vueltas al IMSS para que otorgaran la incapacidad que la empresa requería. Hubo que dar más vueltas para llevarla a las sesiones de rehabilitación. Hubo que comprarle una almohada ortopédica y ayudarla a bañarse y a atarse los cordones de los zapatos.
Finalmente volvió al trabajo después de un mes, y obviamente se encontró con un cúmulo de tareas pendientes que la retenían en la oficina hasta las 9 ó 10 de la noche y cientos de personas pidiéndolo todo. Por supuesto, ha recaído. Hoy vimos al médico y le mandó dos semanas de reposo, además de una consulta con el neurólogo para revisar las lesiones.
De modo que mañana estaremos a las 5 de la mañana apartando turno para que la vea la doctora del IMSS y le extiendan la nueva incapacidad.
Y dentro de todo eso, sigo sin trabajo. No puedo decir que he buscado todo el tiempo, porque con todo esto del accidente dediqué mucho tiempo a cuidar a mi novia, hacer trámites en el IMSS, llevar papeles a su trabajo, llevarla a rehabilitación; de modo que puse mi búsqueda en espera para ayudarla. Yo no me quejo, pero desgraciadamente los empleadores no opinan lo mismo. 
Pero bueno, seguimos trabajando por construir nuestra vida juntas en la nueva ciudad. Tenemos un par de amigos nuevos (viejos amigos que mi novia reencontró) y tratamos de llevarlo lo mejor posible. Admito que tengo días en que me gana la desesperación y hasta lloro un poco, pero confío en que las cosas se arreglarán y encontraré empleo pronto.
He estado ausente en la escritura, pero les he leído. Lamento mucho las relaciones terminadas y los obstáculos en concepciones, adopciones y demás, pero les envío mucho ánimo a todas.

Abrazos dulces.

miércoles, 20 de febrero de 2013

31

Hoy es mi cumpleaños. Ayer tuve un momento catártico en el que lloré como magdalena al descubrir mi fracaso como ciudadana capitalista sin haber logrado la casa propia, el auto (ése aún lo debo), el trabajo soñado y el súper éxito profesional antes de los 30. Ah, me faltó el perro pero mi novia es alérgica y no permiten mascotas en mi edificio, así que supongo que esa está perdonada. Y ni hablar de los hijos! Esa sí que la perdí sin remedio porque no pienso tenerlos. Y tampoco hablemos del tema de la belleza escultural porque ahí sí que me voy a deprimir sin remedio.

Bueno, el caso es que después de mi crisis existencial y de acabarme la caja de pañuelos me pregunté realmente a quién le compré esa idea de que a mis tiernos 31 años debía yo ser "alguien" en la vida y qué era exactamente lo que significaba eso de ser "alguien".

Cuando era niña pensaba que a los 30 años uno ya era muuuuuy mayor, y mi madre decía que a esa edad uno ya era "alguien". Yo no entendía muy bien eso de no ser nadie hasta esa edad, si yo estaba segura de ser alguien desde entonces, pero mi madre callaba todo eso con un "ya lo entenderás cuando crezcas". Y crecí. Y no lo entiendo, pero pesa. Y ayer, pensando en todas estas ideas me di cuenta de su origen: mi madre. Desde que puedo recordar ella me dijo que yo debía ser alguien muy importante, que iba a hacer cosas grandes, que tenía una misión muy importante en mi vida y por eso Dios me había dejado vivir (cuando era un bebé casi muero, luego viví y mi madre está convencida de que Dios me dio una misión casi casi salvadora). Cuando crecí y empecé a tomar decisiones que no complacían a mi madre, cuando descubrí que el "alguien" que soy no es el "alguien" que ella esperaba que fuera y vi su rechazo y su decepción, entonces entendí mi frustración.

Ayer lloré mucho por eso. Pero dentro de esa catarsis hubo una pieza del rompecabezas que finalmente cayó en su lugar: la que mi madre tiene en la mente, la que desearía que fuera, y la que yo soy, son dos personas distintas. De modo que por más esfuerzos que haga no voy a llegar a ser ese alguien imaginario que ella piensa, porque ese alguien no existe. Quiero que este año sea un año para mí, para llegar a descubrir la persona que realmente soy, quererme con toda mi alma y convertirme en la mejor versión de mí misma. Me duele y siempre va a dolerme mi madre, pero también empiezo a entender que no puedo cambiarla, aunque sí puedo cambiar la manera en la que ella me afecta y cómo sentirme con eso. No es un trabajo fácil, aún no tengo fuerzas ni para llamarla porque su voz fría, sus reacciones y su rechazo aún me duelen demasiado y el mantenerme alejada todavía es un mecanismo de defensa. Pero veo luz al final del túnel, y empiezo a entender que soy yo quien debe trabajar en cómo me siento, con ella o sin ella. O peor aún, a pesar de ella.

Agradezco a la vida por otro año lleno de aprendizajes y experiencias. Por haber puesto en mi vida personas tan maravillosas de las que aprendo cada día. Por darme la capacidad de amar y el enorme regalo de ser amada. Así que elijo un camino de paz y felicidad conmigo misma para este próximo año. Espero que me acompañen. Ahora me voy a comer pastel. De chocolate! :)

lunes, 4 de febrero de 2013

Ama de Casa

Y así sin más ya llevamos un mes instaladas en el 2013. También llevamos un mes en la nueva ciudad. Y también, desde hace un mes, me he vuelto ama de casa.
Cuando terminaron las vacaciones y mi novia volvió a su trabajo yo me volví a la realidad: estoy desempleada. Y no sólo desempleada, sino sola en una ciudad que no conozco y lo peor, donde no conozco a nadie.
No es que yo sea precisamente un ejemplo de popularidad, pero lo más bonito de mi vida es la gente con la que puedo compartirla, y aunque la ciudad nueva me encanta y es excitante descubrir cosas nuevas, extraño a mi gente.
Así que me he dedicado a buscar empleo y, para deleite de mi novia, a ser ama de casa. Todos los días cocino, arreglo, lavo, plancho la ropa (eso solo a veces), y todas esas labores domésticas que harían sentir orgullosa a mi abuela o a cualquier defensora del manual de Carreño. Mi novia viene a comer conmigo todos los días y después de pasar un año comiendo separadas es un cambio divino. 
Y bueno, tomo las cosas con calma. Tomará algún tiempo volver a colocar las cosas en su lugar: encontrar empleo, conocer mejor la ciudad, hacer amigos. Pero confío en que las cosas se darán de la forma más adecuada a su debido tiempo. Y mientras tanto disfruto de las cosas pequeñas para las que usualmente no tengo tiempo: cocinar, salir a caminar, cuidar de mi casa. Me gusta sorprender a mi chica con algo rico en la mesa, me gusta esperarla y recibirla con un beso, me gusta verla llegar agotada pero sonriente de volver a casa, a mi lado. Me gusta pensar que esto del asunto doméstico, aunque a veces no me guste tanto, también nos ayuda a crear un hogar.

Abrazos dulces.

viernes, 28 de diciembre de 2012

La Cuesta de Enero

Cuando era niña tenía problemas de niña. Como toda niña temía a la oscuridad, a reprobar el examen, a que los Reyes Magos no llegaran. Y como toda niña, pensaba que todos los problemas se resolverían cuando fuera grande.
Y resulta que crecí, y fui grande. Y los problemas también crecieron y se hicieron grandes. Todos los años mi mamá se ponía (se pone) de malas en Navidad. Por alguna razón siempre fue una época rara en la que todo el mundo hablaba emocionado de las fiestas, la familia y todas esas cosas, y yo no podía asociarlas más que con salir en la pastorela del pueblo y pasar dos días (lo que duraba la preparación de la cena de Navidad) merodeando en casa de mi abuela, sin acercarnos a la cocina ni hacer alboroto porque mi madre, mi tía y mi abuela tenían los nervios de punta.
Mi mamá nunca decoraba, eso era obligación de mi hermana mayor, y luego mía. Y lo raro es que le enojaba tener que poner todo navideño (aunque no lo pusiera ella), pero también le enojaba que no se pusiera. Nunca entendí por qué a ella le molestaban tanto esas fechas, pero aprendí que no eran buenas. 
Hace algunos años, por diversas causas, mi familia empezó a separarse en Navidad y cada quién lo pasaba como mejor podía. Y aunque todos pensaron que era triste, empecé a aprender otro sentido para esas fechas.
Hoy agradezco a mis amigos, mi familia elegida, por haberme hecho un espacio en su mesa y en sus corazones, y haberme enseñado que mi familia no se limita a las personas con las que me unen lazos consanguíneos, sino lazos forjados arduamente con paciencia y cariño. 
Esta fue una Navidad fuera de serie. Empezó con la mudanza a Guadalajara, aunque yo tuve que esperar dos semanas más y apenas mañana me reuno allá con mi novia de manera definitiva. Luego siguió con la boda más hermosa que haya presenciado: la de mi mejor amiga. Fue una ceremonia pequeñísima pero llenísima de amor. Me llenó de dicha presenciar tantísimo amor y felicidad. 
Mañana viajo a Guadalajara. Mi madre no está de acuerdo. Dijo que no sé lo que quiero y vaticinó un futuro desgraciado y miserable. Mi hermana dijo que era muy buena idea, que me iría mejor y que si podía visitarme. Mis amigos están apartando fechas para ir a vernos. Mi familia está llena de contrastes. Mi novia y yo nos iremos de vacaciones a la playa la próxima semana. Mi cuesta de Enero, a su lado, ya no cuesta.

Abrazos dulces.

martes, 11 de diciembre de 2012

A mi madre

Ha llegado el momento que temía. Y como aún no sé cómo afrontarlo lo escribo. No sé si se lo entregue o no sé si se lo diga, pero en cualquier caso, esto es lo que deseo que ella sepa.

Mamá:
Te escribo para contarte algo importante. Una decisión. Un gran cambio en mi vida. Te escribo porque decirlo no me es nada fácil. Porque siempre me ha costado mucho hablarte de mí. Porque por diversas circunstancias aprendí que era peligroso decirte algo con lo que no estuvieras de acuerdo. 
Hoy estoy tratando de reaprender las cosas. Trato de entender las circunstancias por las que has pasado y que para bien o para mal te han hecho ser como eres. Entiendo que tu vida no ha sido siempre fácil y que tampoco a tí te enseñó nadie a hablar de tí.
Me hubiera gustado que la relación entre nosotras hubiese sido distinta. Me habría encantado llorar y reír contigo, compartir mis sentimientos y pensamientos mucho más de lo que lo hice, pero tuve miedo. Y entiendo también que mi miedo nos alejó mucho, nos hizo daño a las dos y tristemente evitó que construyéramos una relación mejor. Nunca supe cómo vencerlo. Nunca supe cómo evitar pensar en tus reacciones explosivas o tu indiferencia cuando te decía algo con lo que no estabas de acuerdo. Hoy veo que muchos de mis actos de rebeldía, sensatos o no, eran intentos por vencer el miedo de decirte que no pensaba como tú. Muchos de ellos me hicieron daño, pero de cada uno aprendí algo valioso, y hoy ya no me arrepiento de ellos.
A veces no te dije muchas cosas, como al cambiarme de carrera. Pero quiero decirte que no lo hice porque no me importaras, sino todo lo contrario: me importabas tanto y tenía tanto miedo de tu reacción negativa que me paralicé. No supe cómo decírtelo, no supe cómo afrontarlo y preferí que simplemente te dieras cuenta.
Y es que hoy me doy cuenta que lo que en realidad temía y sigo temiendo no era tu enojo o tu regaño, ni siquiera el castigo. Lo que realmente temía era tu rechazo y tu decepción.
Lo más doloroso para mí no es que no te guste mi "manera de llevar mi vida", como tú le dices. Como te dije, yo no espero que te agrade. Ni siquiera que lo entiendas. Lo que me dolió fue tu decepción y tu rechazo. Saber que ya no era para tí la misma hija que tanto amabas a pesar de sus errores, sus locuras y sus inventos atravancados. Como te dije, el dolor más grande de mi vida fue oirte decir "prefiero morirme".
Y hoy que tengo que decirte algo importante, algo con lo que sé que tal vez no estarás de acuerdo, no puedo evitar recordar ese momento, recordar tu expresión decepcionada, tu desprecio, tu llanto desesperado rogándole a Dios morirte. Y otra vez mis manos tiemblan, la voz me falla, el pulso se me acelera. Me falta el aire, tengo el estómago hecho un nudo y no sé ni siquiera por dónde empezar.
En este momento, la vida me ofrece otra vez un cambio. Y aunque sé que será difícil, estoy contenta y segura de la decisión que quiero tomar. Conozco y acepto todo lo que esto implica.
Tengo en mi vida a una persona que me quiere, me complementa, me ayuda a crecer y ser mejor. Estoy aprendiendo a construir una relación en la que las dos partes se apoyan de manera incondicional, en las buenas y en las malas. No ha sido nada fácil, pero estoy muy contenta con lo que hasta ahora he logrado. Y hoy ha tocado que las circunstancias le favorezcan a ella: se ha ganado un ascenso en su trabajo, y el nuevo reto implica cambiar de ciudad. Y yo, por mi parte, he decidido ir con ella. De modo que empezando el año nos iremos a vivir a Guadalajara, y yo buscaré allá otro empleo.
Sé que es repentino y que tal vez pienses que no es lo mejor para mí. También sé que será difícil, pero quiero pedirte que aunque no estés de acuerdo conmigo confíes un poco en mí.
Confía en que soy una mujer inteligente, que se hace responsable de todas sus acciones, que sabe solucionar los problemas que se le presentan y que siempre será fiel a sí misma y a los valores que aprendió de tí.
Sé que todas las decisiones implican una elección y a veces una pérdida y como te dije acepto responsablemente cualquier consecuencia, pero no me gustaría que la pérdida fueras tú.
Durante las últimas semanas hemos hablado. Hemos estado mucho más cerca que nunca y parte de mi miedo para decirte todo esto es que me dolería muchísimo perder eso.
Eres mi madre, te amo, y tu opinión siempre será la más importante de todas. Pero también por ese mismo amor que yo sé que me tienes te pido que respetes mi decisión.
Te repito que no espero que lo aceptes, que te guste o que lo entiendas. Sólo espero, como te dije antes, que a pesar de todo sigas siendo mi mamá. Yo siempre seré tu pequeña.
Con todo mi amor, y todo mi miedo, tu hija que te adora, 
Chocolate.

jueves, 6 de diciembre de 2012

Milk

En días pasados me llamó la atención una noticia referente a una profesora de un colegio privado que acababan de despedir por mostrar a sus alumnos de secundaria la película MILK. He aquí la nota:

http://www.animalpolitico.com/2012/12/conapred-interviene-en-caso-de-maestra-despedida-por-proyectar-pelicula/#axzz2EHnrAyYF

Es sumamente interesante leer el correo de la directora del plantel en el que describe la película como una "porquería". Yo me pregunto si ella habrá visto ya la película. También me sigo preguntando cómo es que la exhibición de la misma representa una falta de respeto a su persona, pero no logro responderme. Tampoco entiendo cómo está tan ofendida una institución cuyo lema reza "eres con lo que creces". ¿Es entonces justificable e incluso deseable crecer con intolerancia y sin apertura al diálogo? 

Personalmente creo que la película tiene que ver mucho más con la política que con la sexualidad. La importancia de Milk como activista radica en defender los derechos de una minoría y destacar las capacidades de la misma como personas, más allá de una preferencia sexual. ¿O será que yo no la entendí? 

Con respecto a los padres de familia, creo que efectivamente tienen derecho de decidir qué es lo que ven sus hijos, pero también creo que aceptas la ideología y métodos de una institución con el hecho de inscribir a tus hijos en ella. La educación es una responsabilidad compartida entre la familia y la escuela, y considero que sería mucho más benéfico para los alumnos que los padres participaran activamente en discutir el argumento de la película que escuchar prohibiciones y condenas. Y es que más allá de la legalidad o ilegalidad en que se incurra al despedir a la maestra por estos motivos, la única imagen que se enseña a los alumnos a través de este acto es que podemos rechazar e incluso prohibir las cosas que no nos gustan sin siquiera conocerlas, y eso no demuestra la tolerancia y el respeto a la diversidad que la escuela dice promover.

Abrazos dulces.

martes, 20 de noviembre de 2012

Lo encontramos, nos estresamos y nos ilusionamos.


En las últimas semanas han pasado más cosas juntas que en los últimos meses. Desde que mi novia me dio (o le dieron) la noticia de que nos mudábamos, siento como si un huracán me hubiera pasado encima sin avisarme o siquiera darme cuenta. 
En principio les diré que encontramos casa. Es un departamento en un segundo piso, en un edificio pequeño de sólo tres departamentos, uno por piso. De modo que no tenemos vecinos ni a los lados, ni arriba. La ubicación es excelente y la zona es tranquila, lo que era muy importante para nosotras. Tiene 3 recámaras y una cocina integral muy bonita con mucho espacio para guardar. En fin, es un lugar muy mono con todo lo que queríamos para empezar. Hubiéramos querido una casa, pero con nuestro presupuesto no podíamos conseguir una en una buena ubicación, y las que se ajustaban están en zonas en las que no queremos vivir, así que por ahora será un departamento.
La mudanza será el 30 de noviembre, y tengo mil cosas qué empacar y poco tiempo para hacerlo. Me siento como si me hubieran arrojado sin avisarme al tren en movimiento, y yo no puedo pararlo ni bajarme hasta que llegue a su destino.
Aunque creo que lo más difícil de todo es que a pesar de ser un cambio para ambas hemos tenido que hacerlo por separado. Hemos tenido las dos tanto trabajo y mi novia ha tenido que viajar tanto que no ha habido tiempo de sentarnos a discutir los pormenores del cambio. Es como aquella película de Pedro Infante donde había un personaje que tenía que trabajar tanto que llegaba corriendo a decir "ya llegué, vieja" sólo para cambiarse y salir corriendo otra vez diciendo "ya me voy, vieja." 
Así que bueno, me quedan apenas unos días para prepararlo todo para la mudanza, mi cuerpo se resiste, el estrés está al máximo y yo soy un manojo de nervios y lloro cada vez que tengo que volver a despedir a mi mujer. 
Pero no me malinterpreten, el cambio es bueno. Estoy segura que después de la tormenta viene la calma y nuestra situación será mejor. Estoy segura que una vez instaladas y trabajando las cosas mejorarán muchísimo, y sé que habrá mejores oportunidades. Es sólo que soy humana y toda esta inestabilidad me afecta. 
Y bueno, pues seguimos adelante con todo el estrés pero también con toda la emoción del mundo, con las cajas y las maletas llenas de ilusiones, y con el corazón lleno de amor.

Abrazos dulces.