martes, 11 de diciembre de 2012

A mi madre

Ha llegado el momento que temía. Y como aún no sé cómo afrontarlo lo escribo. No sé si se lo entregue o no sé si se lo diga, pero en cualquier caso, esto es lo que deseo que ella sepa.

Mamá:
Te escribo para contarte algo importante. Una decisión. Un gran cambio en mi vida. Te escribo porque decirlo no me es nada fácil. Porque siempre me ha costado mucho hablarte de mí. Porque por diversas circunstancias aprendí que era peligroso decirte algo con lo que no estuvieras de acuerdo. 
Hoy estoy tratando de reaprender las cosas. Trato de entender las circunstancias por las que has pasado y que para bien o para mal te han hecho ser como eres. Entiendo que tu vida no ha sido siempre fácil y que tampoco a tí te enseñó nadie a hablar de tí.
Me hubiera gustado que la relación entre nosotras hubiese sido distinta. Me habría encantado llorar y reír contigo, compartir mis sentimientos y pensamientos mucho más de lo que lo hice, pero tuve miedo. Y entiendo también que mi miedo nos alejó mucho, nos hizo daño a las dos y tristemente evitó que construyéramos una relación mejor. Nunca supe cómo vencerlo. Nunca supe cómo evitar pensar en tus reacciones explosivas o tu indiferencia cuando te decía algo con lo que no estabas de acuerdo. Hoy veo que muchos de mis actos de rebeldía, sensatos o no, eran intentos por vencer el miedo de decirte que no pensaba como tú. Muchos de ellos me hicieron daño, pero de cada uno aprendí algo valioso, y hoy ya no me arrepiento de ellos.
A veces no te dije muchas cosas, como al cambiarme de carrera. Pero quiero decirte que no lo hice porque no me importaras, sino todo lo contrario: me importabas tanto y tenía tanto miedo de tu reacción negativa que me paralicé. No supe cómo decírtelo, no supe cómo afrontarlo y preferí que simplemente te dieras cuenta.
Y es que hoy me doy cuenta que lo que en realidad temía y sigo temiendo no era tu enojo o tu regaño, ni siquiera el castigo. Lo que realmente temía era tu rechazo y tu decepción.
Lo más doloroso para mí no es que no te guste mi "manera de llevar mi vida", como tú le dices. Como te dije, yo no espero que te agrade. Ni siquiera que lo entiendas. Lo que me dolió fue tu decepción y tu rechazo. Saber que ya no era para tí la misma hija que tanto amabas a pesar de sus errores, sus locuras y sus inventos atravancados. Como te dije, el dolor más grande de mi vida fue oirte decir "prefiero morirme".
Y hoy que tengo que decirte algo importante, algo con lo que sé que tal vez no estarás de acuerdo, no puedo evitar recordar ese momento, recordar tu expresión decepcionada, tu desprecio, tu llanto desesperado rogándole a Dios morirte. Y otra vez mis manos tiemblan, la voz me falla, el pulso se me acelera. Me falta el aire, tengo el estómago hecho un nudo y no sé ni siquiera por dónde empezar.
En este momento, la vida me ofrece otra vez un cambio. Y aunque sé que será difícil, estoy contenta y segura de la decisión que quiero tomar. Conozco y acepto todo lo que esto implica.
Tengo en mi vida a una persona que me quiere, me complementa, me ayuda a crecer y ser mejor. Estoy aprendiendo a construir una relación en la que las dos partes se apoyan de manera incondicional, en las buenas y en las malas. No ha sido nada fácil, pero estoy muy contenta con lo que hasta ahora he logrado. Y hoy ha tocado que las circunstancias le favorezcan a ella: se ha ganado un ascenso en su trabajo, y el nuevo reto implica cambiar de ciudad. Y yo, por mi parte, he decidido ir con ella. De modo que empezando el año nos iremos a vivir a Guadalajara, y yo buscaré allá otro empleo.
Sé que es repentino y que tal vez pienses que no es lo mejor para mí. También sé que será difícil, pero quiero pedirte que aunque no estés de acuerdo conmigo confíes un poco en mí.
Confía en que soy una mujer inteligente, que se hace responsable de todas sus acciones, que sabe solucionar los problemas que se le presentan y que siempre será fiel a sí misma y a los valores que aprendió de tí.
Sé que todas las decisiones implican una elección y a veces una pérdida y como te dije acepto responsablemente cualquier consecuencia, pero no me gustaría que la pérdida fueras tú.
Durante las últimas semanas hemos hablado. Hemos estado mucho más cerca que nunca y parte de mi miedo para decirte todo esto es que me dolería muchísimo perder eso.
Eres mi madre, te amo, y tu opinión siempre será la más importante de todas. Pero también por ese mismo amor que yo sé que me tienes te pido que respetes mi decisión.
Te repito que no espero que lo aceptes, que te guste o que lo entiendas. Sólo espero, como te dije antes, que a pesar de todo sigas siendo mi mamá. Yo siempre seré tu pequeña.
Con todo mi amor, y todo mi miedo, tu hija que te adora, 
Chocolate.

5 comentarios:

  1. Creo que deberias armarte de valor y darsela.. es una carta muy bonita ya que ahi van todos tus sentimientos!! Tiene que ser duro no poder compartir todo lo que sientes por tu mujer y tu felicidad junto a ella con tu madre!! Un abrazo!!

    ResponderEliminar
  2. Gracias! No se la di, pero hablé con ella. Ya les contaré el resultado.

    ResponderEliminar
  3. Muy bien!!! una chokolate como yo jaja me llamo la atención y no preocupeis lo bueno es ponerse en el lugar de madre y en lugar de pelear, entender... y creo q tu has sido muy comprensiva... Éxito con su nueva vida... apenas la semana pasada estuve por León.

    ResponderEliminar
  4. La carta es preciosa, ojala que la conversación haya tenido un resultado que te haya dejado tranquila. Tu mamá debería reconocer que hizo un buen trabajo...

    saluditos desde regiolandia

    ResponderEliminar

Déjame leerte. Dulce o amarga.