viernes, 28 de diciembre de 2012

La Cuesta de Enero

Cuando era niña tenía problemas de niña. Como toda niña temía a la oscuridad, a reprobar el examen, a que los Reyes Magos no llegaran. Y como toda niña, pensaba que todos los problemas se resolverían cuando fuera grande.
Y resulta que crecí, y fui grande. Y los problemas también crecieron y se hicieron grandes. Todos los años mi mamá se ponía (se pone) de malas en Navidad. Por alguna razón siempre fue una época rara en la que todo el mundo hablaba emocionado de las fiestas, la familia y todas esas cosas, y yo no podía asociarlas más que con salir en la pastorela del pueblo y pasar dos días (lo que duraba la preparación de la cena de Navidad) merodeando en casa de mi abuela, sin acercarnos a la cocina ni hacer alboroto porque mi madre, mi tía y mi abuela tenían los nervios de punta.
Mi mamá nunca decoraba, eso era obligación de mi hermana mayor, y luego mía. Y lo raro es que le enojaba tener que poner todo navideño (aunque no lo pusiera ella), pero también le enojaba que no se pusiera. Nunca entendí por qué a ella le molestaban tanto esas fechas, pero aprendí que no eran buenas. 
Hace algunos años, por diversas causas, mi familia empezó a separarse en Navidad y cada quién lo pasaba como mejor podía. Y aunque todos pensaron que era triste, empecé a aprender otro sentido para esas fechas.
Hoy agradezco a mis amigos, mi familia elegida, por haberme hecho un espacio en su mesa y en sus corazones, y haberme enseñado que mi familia no se limita a las personas con las que me unen lazos consanguíneos, sino lazos forjados arduamente con paciencia y cariño. 
Esta fue una Navidad fuera de serie. Empezó con la mudanza a Guadalajara, aunque yo tuve que esperar dos semanas más y apenas mañana me reuno allá con mi novia de manera definitiva. Luego siguió con la boda más hermosa que haya presenciado: la de mi mejor amiga. Fue una ceremonia pequeñísima pero llenísima de amor. Me llenó de dicha presenciar tantísimo amor y felicidad. 
Mañana viajo a Guadalajara. Mi madre no está de acuerdo. Dijo que no sé lo que quiero y vaticinó un futuro desgraciado y miserable. Mi hermana dijo que era muy buena idea, que me iría mejor y que si podía visitarme. Mis amigos están apartando fechas para ir a vernos. Mi familia está llena de contrastes. Mi novia y yo nos iremos de vacaciones a la playa la próxima semana. Mi cuesta de Enero, a su lado, ya no cuesta.

Abrazos dulces.

martes, 11 de diciembre de 2012

A mi madre

Ha llegado el momento que temía. Y como aún no sé cómo afrontarlo lo escribo. No sé si se lo entregue o no sé si se lo diga, pero en cualquier caso, esto es lo que deseo que ella sepa.

Mamá:
Te escribo para contarte algo importante. Una decisión. Un gran cambio en mi vida. Te escribo porque decirlo no me es nada fácil. Porque siempre me ha costado mucho hablarte de mí. Porque por diversas circunstancias aprendí que era peligroso decirte algo con lo que no estuvieras de acuerdo. 
Hoy estoy tratando de reaprender las cosas. Trato de entender las circunstancias por las que has pasado y que para bien o para mal te han hecho ser como eres. Entiendo que tu vida no ha sido siempre fácil y que tampoco a tí te enseñó nadie a hablar de tí.
Me hubiera gustado que la relación entre nosotras hubiese sido distinta. Me habría encantado llorar y reír contigo, compartir mis sentimientos y pensamientos mucho más de lo que lo hice, pero tuve miedo. Y entiendo también que mi miedo nos alejó mucho, nos hizo daño a las dos y tristemente evitó que construyéramos una relación mejor. Nunca supe cómo vencerlo. Nunca supe cómo evitar pensar en tus reacciones explosivas o tu indiferencia cuando te decía algo con lo que no estabas de acuerdo. Hoy veo que muchos de mis actos de rebeldía, sensatos o no, eran intentos por vencer el miedo de decirte que no pensaba como tú. Muchos de ellos me hicieron daño, pero de cada uno aprendí algo valioso, y hoy ya no me arrepiento de ellos.
A veces no te dije muchas cosas, como al cambiarme de carrera. Pero quiero decirte que no lo hice porque no me importaras, sino todo lo contrario: me importabas tanto y tenía tanto miedo de tu reacción negativa que me paralicé. No supe cómo decírtelo, no supe cómo afrontarlo y preferí que simplemente te dieras cuenta.
Y es que hoy me doy cuenta que lo que en realidad temía y sigo temiendo no era tu enojo o tu regaño, ni siquiera el castigo. Lo que realmente temía era tu rechazo y tu decepción.
Lo más doloroso para mí no es que no te guste mi "manera de llevar mi vida", como tú le dices. Como te dije, yo no espero que te agrade. Ni siquiera que lo entiendas. Lo que me dolió fue tu decepción y tu rechazo. Saber que ya no era para tí la misma hija que tanto amabas a pesar de sus errores, sus locuras y sus inventos atravancados. Como te dije, el dolor más grande de mi vida fue oirte decir "prefiero morirme".
Y hoy que tengo que decirte algo importante, algo con lo que sé que tal vez no estarás de acuerdo, no puedo evitar recordar ese momento, recordar tu expresión decepcionada, tu desprecio, tu llanto desesperado rogándole a Dios morirte. Y otra vez mis manos tiemblan, la voz me falla, el pulso se me acelera. Me falta el aire, tengo el estómago hecho un nudo y no sé ni siquiera por dónde empezar.
En este momento, la vida me ofrece otra vez un cambio. Y aunque sé que será difícil, estoy contenta y segura de la decisión que quiero tomar. Conozco y acepto todo lo que esto implica.
Tengo en mi vida a una persona que me quiere, me complementa, me ayuda a crecer y ser mejor. Estoy aprendiendo a construir una relación en la que las dos partes se apoyan de manera incondicional, en las buenas y en las malas. No ha sido nada fácil, pero estoy muy contenta con lo que hasta ahora he logrado. Y hoy ha tocado que las circunstancias le favorezcan a ella: se ha ganado un ascenso en su trabajo, y el nuevo reto implica cambiar de ciudad. Y yo, por mi parte, he decidido ir con ella. De modo que empezando el año nos iremos a vivir a Guadalajara, y yo buscaré allá otro empleo.
Sé que es repentino y que tal vez pienses que no es lo mejor para mí. También sé que será difícil, pero quiero pedirte que aunque no estés de acuerdo conmigo confíes un poco en mí.
Confía en que soy una mujer inteligente, que se hace responsable de todas sus acciones, que sabe solucionar los problemas que se le presentan y que siempre será fiel a sí misma y a los valores que aprendió de tí.
Sé que todas las decisiones implican una elección y a veces una pérdida y como te dije acepto responsablemente cualquier consecuencia, pero no me gustaría que la pérdida fueras tú.
Durante las últimas semanas hemos hablado. Hemos estado mucho más cerca que nunca y parte de mi miedo para decirte todo esto es que me dolería muchísimo perder eso.
Eres mi madre, te amo, y tu opinión siempre será la más importante de todas. Pero también por ese mismo amor que yo sé que me tienes te pido que respetes mi decisión.
Te repito que no espero que lo aceptes, que te guste o que lo entiendas. Sólo espero, como te dije antes, que a pesar de todo sigas siendo mi mamá. Yo siempre seré tu pequeña.
Con todo mi amor, y todo mi miedo, tu hija que te adora, 
Chocolate.

jueves, 6 de diciembre de 2012

Milk

En días pasados me llamó la atención una noticia referente a una profesora de un colegio privado que acababan de despedir por mostrar a sus alumnos de secundaria la película MILK. He aquí la nota:

http://www.animalpolitico.com/2012/12/conapred-interviene-en-caso-de-maestra-despedida-por-proyectar-pelicula/#axzz2EHnrAyYF

Es sumamente interesante leer el correo de la directora del plantel en el que describe la película como una "porquería". Yo me pregunto si ella habrá visto ya la película. También me sigo preguntando cómo es que la exhibición de la misma representa una falta de respeto a su persona, pero no logro responderme. Tampoco entiendo cómo está tan ofendida una institución cuyo lema reza "eres con lo que creces". ¿Es entonces justificable e incluso deseable crecer con intolerancia y sin apertura al diálogo? 

Personalmente creo que la película tiene que ver mucho más con la política que con la sexualidad. La importancia de Milk como activista radica en defender los derechos de una minoría y destacar las capacidades de la misma como personas, más allá de una preferencia sexual. ¿O será que yo no la entendí? 

Con respecto a los padres de familia, creo que efectivamente tienen derecho de decidir qué es lo que ven sus hijos, pero también creo que aceptas la ideología y métodos de una institución con el hecho de inscribir a tus hijos en ella. La educación es una responsabilidad compartida entre la familia y la escuela, y considero que sería mucho más benéfico para los alumnos que los padres participaran activamente en discutir el argumento de la película que escuchar prohibiciones y condenas. Y es que más allá de la legalidad o ilegalidad en que se incurra al despedir a la maestra por estos motivos, la única imagen que se enseña a los alumnos a través de este acto es que podemos rechazar e incluso prohibir las cosas que no nos gustan sin siquiera conocerlas, y eso no demuestra la tolerancia y el respeto a la diversidad que la escuela dice promover.

Abrazos dulces.